Desde que vi esta montaña la primera vez que fui al Karakórum me pareció la más bella del planeta. Su nombre baltí,”gasherbrum”: “montaña de luz” o “montaña bonita” se ajusta de forma precisa y acertada al espectacular paisaje que brinda al visitante al atardecer. Durante muchos años perseguimos su escalada, una de las más difíciles y comprometidas del mundo. Por fin, en el verano de 2008, al tercer intento, uno de los mejores grupos de alpinistas que he tenido alcanzaría su cima norte. Fue el mejor colofón a una larga persecución, una historia de amor felizmente concluida.