Iceberg a la deriva en la Península Antártica (Antártida)
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Es difícil encontrar un lugar más bello y desolado que la Antártida. Es imposible no sentirse perturbado ante su belleza infinita, no sentirse como en el interior de un delicado templo de cristal. A comienzos del año 2006, mientras navegábamos por la Península Antártica, los cielos nos regalaron unas luces y unos paisajes conmovedores. Son los hielos los que representan la eternidad, nosotros somos efímeros. Ellos volverán a cubrir, más tarde o temprano, buena parte de la Tierra que habitamos.